Tras una serie de promesas que la empresa formuló a los trabajadores, los dirigentes de la fundación se han retractado y siguen el refrán de "donde dije digo, digo Diego" para desmentir lo que hace unos días se afanaban en divulgar por toda la empresa.
Y es que el Barco más deficitario
de la historia de la navegación cultural de Europa, vive como pollo sin cabeza y va pegando bandazos de aquí para allá sin un objetivo claro y una dirección coherente. Y es que dentro de la opaca fundación, no queda nadie que sepa dar una idea con sentido y pueda enderezar el rumbo del barco que va a la deriva. Todos los empleados con capacidad y cualificación suficiente para estar a la altura de tal Fundación, o bien han salido huyendo del lugar o han sido despedidos de una forma un tanto turbia, pues todos habrían cobrado clausula de confidencialidad…para ocultar qué?
Dentro de la fundación, el ambiente que se respira es de pánico y de desasosiego, pues los trabajadores notan que van a la deriva y que tardeo temprano, la situación se hará insostenible y explotará por uno u otro lado.
Realmente, nos tememos que la dirección del Palau de los hArtos no tienen claras las medidas a tomar para salir de la nefasta situación organizativa de la fundación y realmente están entretenidos en perturbar la vida de los trabajadores en su puesto de trabajo para que no trabajen tranquilos y vivan en constante pánico laboral.
La más que demostrada ineptitud organizativa desde las más altas instancias de la embarcación del Turia, se convierten en constantes órdenes contradictorias, repetidas situaciones de desinformación y multitud de situaciones donde la toma de decisión no se da pues los responsables de dicha toma de decisión, o no se encuentran en su puesto o hacen caso omiso a sus responsabilidades.
Tenemos serias dudas de que los jefes de la fundación estén haciendo las cosas como es debido y mucho nos tememos que se dedican a otros quehaceres, entre los que no se encuentran la dirección del Palau.
Y si no lo hacen ellos, tendría que ser el Presidente de la Generalitat y los consejeros de turno, los que tendrían que pensar, ya que se está despilfarrando el dinero público en contratos con sueldos desorbitados y en óperas extremadamente costosas por la mala gestión del Palau, los que pongan orden en el barco, cambien a los malos gestores o gestoras que residen en la Fundación Cultural en la ciudad de las Artes y viren el rumbo urgentemente la dirección y la forma de trabajar en la cubierta de la ópera más caótica de toda Europa.
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